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Noticia | 27/03/2015

La exposición prenatal a contaminantes del aire comunes, relacionada con deterioro cognitivo y conductual

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MADRID, 25 Mar. (EUROPA PRESS) -

Investigadores del Instituto para el Desarrollo de la Mente en el Hospital Infantil de Los Ángeles (CHLA, por sus siglas en inglés) y colegas en el Centro para la Salud Ambiental Infantil de la Universidad de Columbia, ambos en Estados Unidos, han encontrado una fuerte relación entre la exposición a hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP) prenatal y alteraciones en las partes del cerebro que sustentan el procesamiento de información y el control de la conducta.

Su estudio, que se publica este miércoles en 'JAMA Psychiatry', hizo un seguimiento de 40 niños desde antes del nacimiento hasta las edades de 7 a 9 años de edad.

Los neurotóxicos HAP están omnipresentes en el medio ambiente, en el hogar y en el lugar de trabajo. Las emisiones de los vehículos de motor, el aceite y la quema de carbón para calefacción doméstica o generación de energía, los incendios forestales y las quemas agrícolas, sitios de desechos peligrosos, el humo del tabaco y los alimentos carbonizados son todos ellos fuentes de emisión. Los HAP atraviesan fácilmente la placenta y afectan al cerebro de un niño en gestación y estudios anteriores en animales mostraron que la exposición prenatal deteriora el desarrollo del comportamiento, el aprendizaje y la memoria.

Los autores, dirigidos por Bradley S. Peterson, director del Instituto para el Desarrollo de la Mente en el Instituto de Investigación Saban de CHLA, junto con Virginia Rauh y Frederica Perera, de la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia, realizaron un estudio de jóvenes de minorías para probar los efectos en la estructura del cerebro de la exposición a los HAP durante el último trimestre del embarazo. Se utilizaron imágenes de resonancia magnética (MRI, por sus siglas en inglés) para medir los cerebros de 40 niños de una cohorte de más de 600 parejas madre-bebé de comunidades minoritarias en la ciudad de Nueva York.

Los investigadores de Columbia habían informado anteriormente de que la exposición a los HAP en el aire durante la gestación en esta cohorte se asoció con múltiples trastornos del desarrollo neurológico, incluyendo retraso del desarrollo a los 3 años, reducción del coeficiente intelectual verbal a los 5 años, y síntomas de ansiedad y depresión a los 7 años.

"Nuestros hallazgos sugieren que los HAP son contribuyentes al TDAH [Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad] y otros problemas de comportamiento debido a los efectos perjudiciales de los tóxicos sobre el desarrollo temprano del cerebro", afirma Peterson, quien también es profesor de Pediatría y Psiquiatría en la Escuela de Medicina Keck de la Universidad del Sur de California.

El estudio mostró reducciones en casi toda la superficie de la materia blanca del hemisferio izquierdo del cerebro, una pérdida asociada con el procesamiento más lento de la información durante las pruebas de inteligencia y problemas de conducta más graves, como el TDAH y la agresividad.

Se descubrió que la exposición postnatal a los HAP -medida a los 5 años-- contribuía a perturbaciones adicionales en el desarrollo de la materia blanca en la región prefrontal dorsal del cerebro, que se asocia con la concentración, razonamiento, juicio y capacidad de resolución de problemas.

Peterson explica que las características morfológicas asociadas con los síntomas del TDAH en esta muestra difieren de los registrados previamente en la juventud con el trastorno, lo que sugiere que la exposición a altos niveles de HAP puede producir un subtipo específico de TDAH.

No obstante, este investigador resalta que las conclusiones del trabajo se limitaron a una población minoritaria con un alto nivel de pobreza y bajo nivel de educación, por lo que cree que no pueden generalizarse a otras poblaciones, ya que las poblaciones de minorías urbanas empobrecidas están desproporcionadamente expuestos a contaminantes del aire.

Aunque el tamaño inicial del estudio fue limitado, los investigadores están realizando una investigación mucho más amplia con el fin de confirmar y ampliar sus hallazgos.

"Nuestros resultados plantean preocupaciones importantes acerca de los efectos de los contaminantes del aire en el desarrollo del cerebro en los niños y las consecuencias de esos efectos cerebrales en la cognición y el comportamiento -destaca Peterson--. Si se confirma, nuestros hallazgos tienen importantes implicaciones para la salud pública, dada la ubicuidad de los HAP en los contaminantes del aire en la población general".

Para acceder al texto completo es necesario consultar las características de suscripción de la fuente original: http://archpsyc.jamanetwork.com/ 

 
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