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Actualidad y Artículos | Psicología general   Seguir 52

Noticia | 11/05/2016

Los entornos influyen en nuestras decisiones y en nuestra personalidad

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Una nueva investigación realizada por científicos del European Network for Brain Evolution Research y de la Universidad de Bath (Reino Unido), entre otros centros, sugiere que los entornos bien planificados pueden, además de promover nuestro bienestar, tener un efecto sobre nuestras decisiones y nuestra personalidad. El trabajo se enmarca en una corriente reciente de análisis sobre la interacción entre el yo y el espacio. Sus resultados se suman a un cuerpo creciente de evidencias que apuntan a que los procesos mentales están vinculados a la acción y a la percepción.

Para el presente estudio, los científicos se plantearon si el ambiente que creamos podría, a su vez, crearnos a nosotros. Con esto en mente, investigaron cómo la forma de interactuar con el espacio define la manera en que nos identificamos a nosotros mismos y nuestras propias capacidades.

Descubrieron que "el entorno construido puede restringir o promover la cognición espacial, lo que a su vez puede influir en nuestro yo. Nuestras coordenadas espaciales y nuestros 'yo' se entrelazan", aseguran.

Esto a su vez puede trascender al campo social. En otras palabras, vivir en un tipo de espacio, en última instancia, puede afectar a la forma en que interactuamos con otras personas.

A la inversa ya sabíamos que sucede, pues a menudo relacionamos el grado de socialización con nociones espaciales. Por eso, solemos hablar de las personas que más queremos como de las “más cercanas” o “más allegadas”. Y a las personas que nos resultan antipáticas o frías las tachamos de “distantes”.  Esto revela que los marcos de referencia espacial son la forma fundamental de entendimiento de las ubicaciones de objetos, personas y de uno mismo, explican los autores del estudio.

Para llegar a sus conclusiones, los investigadores analizaron dos tipos de espacio: el espacio egocéntrico, que  es el que generamos al ubicar estímulos periféricos en referencia a nuestro cuerpo; y el espacio alocéntrico, que son las representaciones espaciales que generamos tomando como marco de referencia nuestro entorno. Estas representaciones nos sirven para determinar la posición de cualquier elemento en un espacio.

Estos procesos, unidos al llamado espacio corporal (percepciones relacionadas con nuestra estructura corporal), interactúan entre sí. La integración de toda esa información es lo que nos permite hacer acciones coordinadas con los miembros del cuerpo, realizar movimientos en el espacio o desplazarnos hacia lugares concretos.

Es decir, escriben los científicos, que esta percepción integrada del espacio influye en nuestro comportamiento. O, en otras palabras, la conceptualización de nuestro yo está determinada en parte por nuestra interacción con factores espaciales (además de por nuestra interacción con factores sociales).

El hecho de que la experiencia de los espacios pueda dar forma a diferencias individuales, que a su vez puedan afectar a la calidad de la cognición espacial y social de una persona, sugiere que crecer en ciertos entornos puede tener efectos perjudiciales o beneficiosos sobre nuestras capacidades cognitivas, concluyen los científicos.

Según ellos, si el lugar en el que estamos puede moldear lo que somos, y dada nuestra capacidad para dar forma a los entornos, “podemos jugar un papel activo en nuestro desarrollo", afirman.

Así que la investigación abre cuestiones tales como si la crianza de los niños en espacios cerrados o abiertos puede dar lugar a diferencias en su cognición espacial y social. De momento, se ha comprobado, por ejemplo, que introducir espacios verdes en las escuelas puede impulsar el desarrollo cerebral de los niños.

¿Qué pasaría si se modificaran otras estructuras? Los investigadores afirman que arquitectos y urbanistas empiezan a considerar el potencial de los marcos de referencia espaciales para la optimización de los diseños de las construcciones; aunque en este terreno aún se necesita más investigación.

Los autores del estudio contemplan, por otra parte, analizar cómo podrían afectar los espacios a la toma de decisiones en ayuntamientos y parlamentos; y el grado en que estos espacios, en interacción con las diferencias individuales, podrían ayudar a fomentar la formulación de políticas más eficaces.

En general, señalan que, dado que la relación con los espacios constituye una experiencia humana fundamental (no solo para nuestro comportamiento y evolución sino también para nuestro bienestar), se precisan construcciones que sirvan para hacer frente a las necesidades de todos.

Acceso gratuito al texto completo.
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