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Noticia | 27/04/2016

Cientos de genes cerebrales pueden verse dañados por un consumo excesivo de fructosa

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La fructosa es un azúcar que está presente de forma natural en la fruta pero en cantidades demasiado bajas para ocasionar problemas por más fruta que una persona sea capaz de comer en un día. Sin embargo, en algunos refrescos la fructosa está presente en altas concentraciones, y un consumo excesivo de tales refrescos, como el que es común en un sector de la población en países como por ejemplo Estados Unidos, sí es capaz de transferir al organismo grandes cantidades de fructosa, capaces de ejercer efectos nocivos en la salud.

Se han vinculado una serie de enfermedades (desde la diabetes a dolencias cardiovasculares y, en el ámbito neurológico, desde el Mal de Alzheimer al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)) a cambios en genes en el cerebro.

El equipo de Xia Yang, Qingying Meng, y Fernando Gómez Pinilla, de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, ha determinado que cientos de esos genes pueden verse dañados por un consumo excesivo de fructosa, y de un modo que podría llevar a esas enfermedades.

Afortunadamente, en la investigación también se ha descubierto que una dieta rica en un ácido graso omega-3 puede revertir los daños. Este compuesto es el ácido docosahexaenoico, que parece revertir los cambios dañinos producidos por un consumo excesivo de fructosa.

El ácido docosahexaenoico cambia no solo uno o dos genes; parece devolver a la normalidad a todo el perfil genético, lo cual es destacable, tal como subraya Yang. Esta sustancia fortalece las sinapsis en el cerebro y mejora el aprendizaje y la memoria.

El ácido docosahexaenoico se produce de forma natural en las membranas de nuestras células cerebrales, pero no en una cantidad lo bastante grande como para ayudar a luchar contra enfermedades cerebrales. El cerebro y el cuerpo son deficientes en cuanto a la maquinaria para fabricar ácido docosahexaenoico; este tiene que proceder en buena parte de nuestra dieta.

El compuesto es abundante en el salmón silvestre (y no en cambio en el de piscifactoría) y, en menor medida, en otros peces y en el aceite de pescado, así como en nueces, linaza (semillas de lino), y frutas y verduras.

“Los alimentos son como compuestos farmacéuticos que afectan al cerebro”, señala agudamente Gómez Pinilla, quien recomienda reducir el consumo de bebidas refrescantes azucaradas y de golosinas, así como consumir en general menos azúcar y menos grasas saturadas.

Aunque el ácido docosahexaenoico parece ser bastante beneficioso, los autores del estudio advierten que no es la panacea para curar enfermedades, y que además se necesita investigar más para determinar hasta dónde llega su capacidad de revertir los daños en los genes humanos.

Acceso gratuito al texto completo.
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