Uno de los retos más destacables en la actualidad es retrasar la edad en que los jóvenes empiezan a consumir alcohol. Podríamos incluso arriesgarnos a decir que quienes trabajamos en el ámbito de la psicología y la psiquiatría coincidiremos con la aspiaración de que se consuma lo más tarde posible. Uno de los objetivos de la próxima ley sobre adicciones será, con toda seguridad, implicar a los diferentes agentes para que no se ingiera alcohol a edad temprana; quizá la gota que ha colmado el vaso haya sido la reciente muerte de una niña de 12 años por un coma etílico durante un botellón en San Martín de la Vega en Madrid.

Dentro de este reto actual hay que analizar por qué las adolescentes, muchachas entre 13 y 15 años, empiezan a consumir antes y consumen más drogas legales que los chicos de su misma edad, cuando hace años ser mujer era precisamente un factor de protección frente a las drogas. Una de las preguntas que todavía no tienen respuesta clara es ¿por qué está ocurriendo esto? ¿Por qué ahora las mujeres consumen más que los chicos? ¿Acaso porque se desarrollan antes? Sería una respuesta lógica, pero hay que tener en consideración y barajar otras hipótesis, como una mal entendida igualdad; quizá habría que analizar si las chicas sufren más presión por crecer más deprisa, por demostrar antes su madurez. Tal vez la llegada de esa ansiada igualdad frente a los chicos no conlleve únicamente aspectos positivos.

Otro interrogante es el tiene que ver con el consumo de hipnosesantes y su significativo aumento. ¿Por qué los jóvenes los consumen tanto? ¿Cómo los consiguen? ¿Los compran en el mercado negro, los roban a sus progenitores, o existe un intercambio interno entre quienes ya los consumen y quienes en su entorno son susceptibles de poder llegar a hacerlo?..

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